El verso en la calculadora 2.0: Locómetro II

El verso en la calculadora 2.0

Algunas palabras entre tantos números...

Locómetro II

Hora: 9.15 am.
Ubicación: dentro del vagón
Estación: Plaza Venezuela
Dirección: Palo Verde

Lo importante no es ganar, sino competir...

Me agarré firmemente del poste plateado y puse mi morral en el suelo, entre mis pies. Guardé mi reloj en el bolsillo, respiré profundo y me preparé para mi viaje hasta Petare.
Observaba detenidamente cómo entraba la gente al vagón y cómo se iban acomodando a lo largo de él. Algunos encontraban un lugar rápido mientras otros miraban a todos lados buscando un rincón cómodo y con ventilación. La ventilación se presenta en uno de cada tres vagones y puede venir en dos modalidades: ventisca invernal o ventisca infernal. La primera consiste en una masa de aire caliente que se desprende de las rejillas gritando y gimiendo como cabra loca y que provoca el funcionamiento de las glándulas sudoríparas que dejan la piel pegajosa y brillante. La ventisca invernal, por el contrario, suele ocurrir cuando se anda sin abrigo (esto tiene efectos de Ley de Murphy también) y consiste en numerosas trayectorias de aire congelado que viajan velozmente desde la rejilla hasta la piel, traspansándola hasta llegar a los huesos, provocando tiriteo y escalofríos. La escogencia de una de estas dos modalidades queda a juicio del conductor o mecánico encargado del vagón.
Después de algo más de medio minuto, suena la alarma indicadora del cierre de puertas. Esto da paso a la competencia de los diez metros con obstáculos, que se inicia en la escalera y finaliza en las mismas puertas del vagón. Al oír la alarma, los atletas deben ininterrunpidamente hasta llegar a entrar por completo al vagón. La masa de gente dentro del mismo ofrecerá la resistencia necesaria para la desaceleración del atleta. La competencia finaliza cuando las puertas del vagón se cierren completamente y sólo se registrarán los tres primeros puestos. Aquel atleta que no entre por completo al vagón, no será tomado en cuenta para la premiación.
Al sonar la alarma, me inclino un poco hacia la derecha para tener una mejor visión de la competencia. En primer lugar llegó un señor de jeans y franela blanca que logró contener su velocidad en las espaldas de una voluminosa mujer morena. Milésimas de segundo después llegó el atleta merecedor de la medalla de plata: un joven en bermudas y franelita que logró frenarse por sus propios medios y sin grandes colisiones. El tercer lugar se lo llevó un señor de considerable anchura, encorbatado y cincuentón que, para dicha de él y envidia mía, desaceleró ayudado por los pechos de una bella señorita a la que no le gustó para nada ser parachoque de nadie.
Seguro de que la competencia había terminado, me incliné una vez más a mi puesto seleccionado y estuve allí hasta que vi con asombro que un cuarto participante, alto y bien trajeado, venía corriendo con intenciones de tomar parte en la competencia. Ya las puertas se habían empezado a cerrar. Faltando escasos centímetros la decepción del público por el participante que hacía de su esfuerzo algo vano, era evidente. Sin embargo, el misterioso corredor hizo algo nunca antes visto: lanzó rápidamente su maletín hacia las puertas del vagón. Éstas atraparon entre sí al intruso de cuero de negro, lo aplastaron durante un rato y luego, vencidas se volvieron a abrir de par en par. El misterioso atleta del traje, entro feliz y risueño en el vagón recibiendo la ovación general del público, él sabía que las medallas ya estaban asignadas. "Lo importante no es ganar, sino competir... no queda otra", dije para mis adentros mientras vencía la inercia del arranque del tren.

El metro es el lugar perfecto para hacer ejercicios, incluso, para aquellos con espíritu de competitividad, el metro ofrece algunas modalidades de atletismo inspiradas en los Juegos Olímpicos.

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miércoles, mayo 03, 2006 1:04:00 p. m. Blogger Lycette Scott

Jajajaja está buenísimo...te juro que yo detesto el metro más a horas pico es lo peor    



miércoles, mayo 03, 2006 5:59:00 p. m. Blogger Marian

Jajaja... hoy posteé también un LocoMetro... iba a pedirte prestado el banner que creaste, pero a la final lo publiqué así mismo.

Dime, qué más puede ofrecer el Metro: es sauna, es gimnasio, es circo... ¡en fin! .. es el Metro :P    



miércoles, mayo 03, 2006 8:29:00 p. m. Anonymous Anónimo

Que buena esta cronica. No cabe duda, el metro da para mucho, siempre que me monto en horas pico me pregunto ¿cuantos piojos habrán viajado en este vagón durante toda su existencia?; la verdad no creo que la respuesta le importe a alguien, pero insisto, el metro da para tanto que uno comienza a pesar en cada pendejada.

Salud    



miércoles, mayo 03, 2006 8:34:00 p. m. Blogger Acerina

Jajajaja...

¡Sin palabras!    



miércoles, mayo 03, 2006 11:40:00 p. m. Blogger Gadaladu...

jajajaja demasiado bueno chamo!!!me cague de la risa    



viernes, mayo 05, 2006 12:39:00 p. m. Blogger Jessica

jajaja la narracion fue maravillosa! Y el metro es un fenomeno mundial, aqui tambien es un calvario :(    



viernes, mayo 05, 2006 11:22:00 p. m. Blogger garg

Jajaja!! Excelente historia, algo muy similar ocurre a diario aquí en Maracaibo en los buses de "RUTA 6", una experiencia magnífica!    



sábado, mayo 06, 2006 2:40:00 p. m. Blogger Psique

JAJA... cierto, cierto ... el Metro es tu entrenador personal, yo ya voy en nivel medio-avanzado de surfing!.

Uno de verdad que aprende en el metro!    



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